Reflexion #5

 

   La arquitectura, en su esencia más profunda, no solo construye espacios habitables, sino que configura experiencias sensoriales que dialogan con el tiempo, la materia y la percepción. En este diálogo, las cargas estructurales actúan como mediadoras entre el entorno construido y el ser humano, otorgando significado a lo visible y revelando que no se puede ver.

Las cargas estructurales—muertas, vivas, de impacto y ambientales—no representan simples fuerzas que actúan sobre una estructura, sino modos distintos de vivir el espacio. Cada tipo de carga tiene una carga simbólica y una intención espacial. Las cargas muertas, por ejemplo, introducen la permanencia en la arquitectura. Son constantes y proporcionan una base sólida sobre la cual se erige el diseño. En contraste, las cargas vivas se despliegan de manera dinámica, acompañando el recorrido del usuario, marcando los límites y los bordes, modelando la geometría y la sombra en un vaivén constante.

Pero la arquitectura no se limita a resistir las cargas. Las cargas de impacto, aunque transitorias, exigen una respuesta inmediata y eficaz, recordándonos la importancia de la adaptabilidad y la resiliencia en el diseño estructural. Las cargas que tienen q ver con el ambiente, como el viento, la lluvia o la nieve, nos conectan con el entorno natural, obligándonos a considerar el contexto climático y geográfico en cada decisión de diseño.




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